miércoles, 20 de octubre de 2010

Final Del Cuento "Los cautivos de Longjumeau".


     Un día, sin embargo, hará  diez años, creyeron escapar. Habían conseguido, contra toda esperanza, meterse en un vagón de primera clase que los conduciría a Versalles. Estando de camino en aquel tren, los vagones empezaron a temblar, y un agudo chillido resonó a todos los pasajeros. Sorpresivamente los vagones se separaron y el piloto perdió el control de ellos. Ahora no era un tren, sino dos. A causa del impulso que adquirieron por la alta velocidad que llevaba el tren, estos no se detuvieron tan fáciles; fue a varios metros, aun dentro de aquellos rieles que conducirían a Versalles. Cuando por fin se detuvo, Julieta y su esposo salieron del vagón para ver que tan lejos habían llegado, y justo en lo que parecía ser la puerta de salida, había un letrero que decía: “limite final de Longjumeau” y una línea amarilla que indicaba ser de divisora. Curiosos, ambos se miraron a los ojos y sin dudarlo caminaron a gran velocidad para cruzar la línea amarilla:
- Espera, Julieta. Yo cruzare primero para asegurarme que nada pase.
- Okey amor mío. Te esperare.
     Al dar el primer paso y fuera de Longjumeau, en cuestión de segundos, un tren que parecía acercarse silenciosamente, atropello a Fourmi, justo ante los ojos de Julieta, quien minutos después aun permanecía en estado de shock. Triste de no querer vivir sin su amado, decidió también cruzar la línea, para qué así la maldición que en ellos permanecía buscara la forma de quitarle la vida a ella también. Una vez cruzo aquella línea, pisando la sangre de su amado, vio que aun permanecía con vida y comprendió que juntos no podrían salir de la ciudad, pero ahora que él había muerto, ella podría ir a donde quisiera; solo se le pudo ver alejarse con aquella ropa sucia por el accidente, caminando justo en medio de las vías del tren y dejando en cada huella la sangre de su amado. Fue ahí entonces cuando se escuchó un tren acercarse.

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