Y en medio de aquella construcción, mientras todos descansaban, Dios con toda su sabiduría elevó la torre hasta el punto en que aquellos mortales pretendían llegar su construcción. Al día siguiente, cuando los obreros regresaron a su lugar de trabajo y vieron su torre ya terminada, no vacilaron un segundo en treparla hasta llegar a su fin.
Para su sorpresa, en el cielo ya los esperaban, y en un tour de bienvenida le mostraron toda la estructura y las maravillas con que contaba. Al final del día cuando los obreros se despedían de los ángeles que le acompañaban, se dieron cuenta de aquel reino no contaba con puertas de salida. Al pedir una explicación a los ángeles, estos le aclararon que quien entrara al reino de los cielos no tendría porque salir, y que además, no tendría ningún otro lugar a donde ir, ya que su cuerpo estaría sin vida. Asombrados, los obreros miraron hacia abajo donde claramente se veía la tierra y se sorprendieron aun mas al ver sus cuerpos (justo como lo había dicho aquel ángel: “sin vida”) alrededor de ruinas que parecían ser de una antigua torre de poca altura.
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