- Han tomado esta parte – dijo Irene.
- Ya no más – dije y vacilando, de si voy o no voy, camine lentamente hacia la cocina, en donde se escuchaban las voces.
Una vez de pie, frente a aquella puerta que me daría el acceso a la cocina, la abrí. Al otro lado había por lo menos cuatro mujeres y dos niños, vestidos de navidad, que al ver la puerta abrirse tan bruscamente culparon a la fuerte brisa que hacía en los tiempos de diciembre. Me cruzaron por el lado tan solo para cerrar la puerta, no sabía si no me vieron o simplemente me ignoraron. De lo que si estaba seguro, era que el ambiente no era el mismo, todo había cambiado, los pisos estaban más sucios, las mesas más fuertes y todo en general estaba más colorido sin importar que ni Irene ni yo decorábamos la casa.
Al mirar fijamente a la mujer que estaba cocinando, me recordó mucho a mi bisabuela, aquella que nunca conocí, pero que mamá siempre me la enseñaba en fotos. Miré hacia atrás, para preguntarle a mi hermana si podía reconocer ese rostro y me sorprendí aun mas al no verla, solo estaba aquella puerta que dividía la cocina con el comedor. La abrí para continuar con la búsqueda de Irene y mi reacción fue atónita al ver que aquel comedor que solía tener un centro de mesa como único adorno, estaba lleno de personas, pero aquí si reconocí a muchos, vi a mi papa, mi tío Gabriel, el abuelo Jesús, mi mamá Grace y muchos más, e incluso me vi a mi, como siempre al lado de mi hermana. Aquí entendí todo.
Sin siquiera tocar, entran dos forasteros a aquella tan maravillosa reunión familiar e irrumpiendo con disparos; se llevaron toda posesión monetaria que se encontraba a la mira. Al culminar dicho espectáculo, cuando todos recuperan el aliento ven que las únicas víctimas fueron aquellos dos hermanos, que según sus posiciones, el hermano mayor estaba en frente de su hermana, como para evitar que le dispararan; lo desafortunado fue que, el disparo le pego a ambos, traspasando aquellos cuerpos y dejándolos unidos de forma muy extraña.
Al ver esto, di media vuelta y todo se oscureció, volvió a ser como antes. Fue ahí cuando vi a Irene frente a mí, asustada, preguntando me que me había pasado:
- Has durado más de 10 minutos sin moverte. ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
- Si, Estoy Bien. Volvamos a la cama.