martes, 12 de octubre de 2010

Final Del Cuento "Los Donguis".


     Yo ya me había ido de aquel país cuando Balsa y Balsocci terminaron de construir  su hotel tal cual querían: “con una especial de plataforma a buena distancia de los derrumbes”.
     Un año después el hotel ya había adquirido popularidad y recibía a diario cientos de visitantes de todo el mundo.
     Una tarde, alrededor de las 3:00pm cuando estaba entrando un huésped que parecía de nacionalidad Argentina, todos se sorprendieron cuando este pidió hacer un registro de su mascota:
- Podes registrar a mi mascota también? – Preguntó – lástima que no podre enseñártela, no tolera la luz.
     El empleado de recepción le dijo que no podría registrar al animal sin antes verlo para así saber si era apropiado:
- Bueno, pos iremos a un lugar oscuro para que lo puedas ver. Aun es pequeño y no tiene gran tamaño. Acaso hay un sótano acá?
     Dudosamente el empleado asintió e inmediatamente le mostro el camino al huésped:
- Por aquí señor.
     Una vez ambos entraron al lugar, cerraron las puertas y apagaron la luz, fue ahí cuando sin  basilar salió de la maleta aquel diminuto animal que solo incitaba burla. Luego de un respiro de tranquilidad por parte del empleado, el animal hiso un sonido extraño que parecía salir de su estomago incitando que tenía hambre, y en menos de pocos segundos ya estaba atacando al personal del hotel que se encontraba allí. Su dueño intentó detenerlo, pero en el intento solo logró ser atacado también.
     Dos meses después, viaje de regreso a aquel país donde tanto había aprendido para visitar a mis viejos amigos Balsa y Balsocci, de quienes hace un tiempo no sabía nada. Al llegar, solo escuche rumores de que en aquel hotel pernotaban Donguis y que, quien se acercara a pocos metros de aquel lugar, se convertiría en el postre de esos animales que ya habían devorado a todos los empleados y huéspedes que se encontraban allí.

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